Tocaste el timbre donde vivía, abrí la puerta y te vi. El hombre de mi vida, llevabas un ramo de quince rosas perfectamente rojas. Sonreías, te acercaste a mi y me besaste con tus labios tiernos. Me dijistes:¡TE QUIERO! Te abracé con mis brazos delicados, mientras me sonreías con esa sonrisa que me vuelve loca. “Yo si que te quiero”. Entonces fue cuando entrastes en casa y viste una mesa con velas. Fue cuando me abrazastes por detrás y me susurraste muy dulcemente: “Feliz aniversario”. Dejé el ramo en un cuenco, y te bese con fuerza. Después de esos besos, nos unimos por amor. Ya daba igual la cena y todo lo demás. Estar contigo era lo que más deseaba
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