lunes, 17 de octubre de 2011

No me preguntes...


No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes, pues ni yo sabré
contestarte ni tú comprenderme. Hay deseos que se ahogan en nuestra alma
de mujer, sin que los revele más que un suspiro; ideas locas que cruzan por
nuestra imaginación, sin que ose formularlas el labio, fenómenos
incomprensibles de nuestra naturaleza misteriosa, que el hombre no puede ni
aun concebir. Te lo ruego, no me preguntes la causa de mi dolor; si te la
revelase, acaso te arrancaría una carcajada.


(La ajorca del oro,  Gustavo Adolfo Bécquer.)

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